Muelitas y amor
No aguantaba más mi dolor causado por una muela del juicio ayer
en la noche, cuando Dios preparó y proveyó todo para hacerme atender en un
consultorio dental. Un amigo me hizo la cita y en su carro me llevó hasta el
lugar. Prácticamente viajamos una hora desde el lugar de donde vivo hasta
llegar. El consultorio quedaba en pleno páramo (un poquito exagerada), bien
arriba en la cima de una de las muchas montañas que rodean mi lindo Quito. Nos
abrió una joven y hermosa mujer, y con una gran sonrisa nos dio la bienvenida.
Mi amigo Carlos me la presentó como Maritza. Ella trabaja en el consultorio
como asistente del doctor. Pronto Carlos y Maritza comenzaron a conversar y se
pusieron al día en sus vidas. Me di cuenta luego que ya se conocían hace varios
años. Me llamó mucho la atención la alegría de Maritza y su constante sonrisa
mientras le contaba cómo le había ido todo este tiempo que no se habían visto.
No todas las cosas que ella contaba eran bonitas y agradables, de hecho la
mayoría reflejaban una gran decepción, al no poder alcanzar algunos sueños que
tiene muy en el fondo de su corazón. Nos contó de los muchos obstáculos que ha
tenido en su vida para poder salir adelante. Y una de las cosas que percibí que
le dolía mayormente era el tema de su familia. Al parecer no ha tenido la mejor
relación con sus padres. Para ser sincera, me di cuenta en lo poco que la
escuché, que no ha tenido una vida muy fácil. Graciosamente la situación me
pareció algo paradójica, porque cuando contaba inclusive esas cosas “feas” de
su vida, seguía sonriendo. Carlos conversó con ella y le dio unos cuantos
consejos animándola un poco. Yo tenía muchas ganas de decirle una cuantas cosas
para animarla también, pero el dolor que tenía en mi muela no me ayudaba. Al
final lo pude hacer en un punto cuando ella contó que está pensando en terminar
su relación con Dios, porque realmente ella siente que no le está ayudando en
nada. Le dije, mientras ella y yo sonreíamos, que ella se parecía a mí por su
forma de contar sus tragedias: sencillamente sonriendo. Recordé en ese momento
que hace solo unos cuantos días, contándole algo doloroso de mi vida a una
amiga mía, mientras lloraba al mismo tiempo me reía. Me identifiqué mucho con
Maritza, por lo cual pude decirle unas cuantas palabras más de aliento. Mientras
ella me escuchaba, con sus ojitos mojados se resistía a llorar. Podía sentir
que ella realmente estaba enojada con Dios. Luego llegó el doctor y ya no
pudimos seguir conversando más. Para no alargar la historia al final me sacaron
no sólo la muela del juicio que me estaba molestando, sino otras dos más, solo
por si acaso.
Y sólo para cerrar el tema de las muelas y seguir con el de
Maritza, puedo decir que aprendí varias lecciones ayer de noche. Aprendí que
debo confiar más en Dios, que Él me puede cuidar en cualquier circunstancia y
lugar, sobre todo en esos lugares remotos que Dios me llevará en algún momento
según Su voluntad, que siempre habrán personas dispuestas a ayudar en casos
críticos y de dolor, que aparecerán de vez en cuando amigos que te presten una
mano (literalmente) para ayudarte a sobrellevar el dolor, que aunque no sean
familiares o amigos de toda la vida, puedo igualmente confiar. Sobre todo una
vez más Dios me demostró que Él está por sobre todas las cosas, que Él es mi
proveedor, y que su provisión no depende de cuán buena pueda yo ser o de cuánto
esté haciendo por Él en este momento, tan sólo depende de Su amor, y hoy
comprendo que Él nos puede dar Su amor, cuándo y cómo Él quiere.
Así fue mi noche el día de ayer, sin pensarlo ni esperarlo,
Dios me dio nuevas lecciones de vida y me hizo reflexionar sobre la actitud que
pienso yo, muchos hemos tenido en algún momento, y no sólo en un momento, a
menudo se vuelve a repetir esta misma crisis varias veces en la vida. Maritza
está atravesando por una crisis de fe y más allá de una crisis de fe, una
crisis de amor. Yo la he pasado, es más, debo confesar que estoy una vez más sobrepasando
otra. Y por qué digo que es una crisis de amor, porque todo al final se trata de Dios, y Dios
es amor. Hace pocos días leyendo un libro que una persona a la que estimo mucho
me prestó, descubrí una gran verdad. Fue como un rayo que atravesó mi mente y
corazón. Por primera vez comprendí lo que el versículo en 1 de Juan 4:10
significa. El autor en sus palabras explica: “Dios me ama, mucho antes de que
yo le haya amado. Aun cuando estaba lejos y distante de Dios, Dios me amó
primero. Aun cuando yo no creía en Dios y estaba enojado con Él, Dios me amó
primero. Aun cuando yo servía a dioses falsos, Dios me amó primero.” (Embracing
the Love of God, James Bryan Smith). Es tan valiosa esta verdad para mí.
Comprendí a través de este versículo que el amor no consiste en que yo haya
amado a Dios, sino que Él me amó primero. Ahora entiendo por qué resulta a
veces tan difícil regresar a Él o encontrarlo, resulta tan difícil y hasta nos
parece imposible el poder tener o volver a tener una relación con Dios. Y es
que en mi experiencia, me atrevo a decir que existen dos tipos de personas que
tienen las mejores excusas para darse por vencidas en tratar de tener una buena
relación con Dios. El primer tipo, son aquellas personas que viven lamentándose
de su estado, que creen que son demasiado pecadoras para poder acercarse a
Dios, que no se merecen el amor de Dios. De cierta manera, son personas que
tienen cierto grado de respeto a la santidad de Dios, pero sin duda no han podido
nunca reflexionar sobre su gracia, amor y perdón. El segundo tipo de personas,
son aquellas que no son tan malas a su parecer, es más, piensan que son lo
suficientemente buenas como para merecer cosas buenas de parte de Dios, y que
por alguna extraña razón no lo han recibido. Solo tienen la capacidad de contar
las cosas aparentemente malas que les sucede, al final estas personas terminan enojándose
con Dios porque no les parece justo el trato que Él tiene con ellas. En este
segundo grupo me parece que se encuentra Maritza, y me he encontrado yo en
algunos momentos de mi vida. Y en cualquiera de los dos casos, la verdad es que
nos cuesta creer que algo bueno nos pueda pasar. Esto es una gran mentira que
Satanás es muy bueno para sembrar en muchos corazones. Esto me hace reflexionar
en dos puntos específicamente.
Primero: Debemos
aprender a recibir, a cambiar nuestra mentalidad de que nada bueno nos puede
pasar. Y para comenzar lo primero que debemos recibir, es precisamente a Dios,
su amor. Si, recibir a Dios, aceptar su amor. Ejercitarnos para pensar en medio
de nuestra soledad y nuestra aparente falta de aceptación y comprensión, que
existe alguien que nos ama, que si está interesado en nosotros, que nos acepta
y nos comprende. Es el primer paso para comenzar una relación de amor con Dios,
aceptar su amor. Lo segundo que ocurrirá será nuestro amor hacia Él, como
respuesta a su amor. No hay más formulas. Y ahora que recuerdo, son tantas
personas las que me han dicho a lo largo de mi vida: “Dani, es que ya no sé qué
hacer para tener esa relación con Dios, te juro que he intentado todo, pero ya
no sé qué más hacer”. Y en estos casos
somos expertos en dar miles de consejos, y me incluyo, tantas veces lo he hecho.
Consejos como: trata de leer la Biblia, ora, anda a la iglesia, etc. Miles de
consejos que implica que ellos hagan algo para alcanzar a Dios o tratar, como
en las tribus más animistas del mundo, que el dios se complazca en los mortales
mediante sacrificios, para al final poder obtener su favor. Dios, perdónanos,
qué equivocados hemos estado. Cuando a la verdad se trata de todo lo contrario,
sencillamente de recibir, de recibir tu amor, de comprender que Tú ya lo has hecho
todo a favor de nuestra relación.
Segundo: Debemos
dejar de ser tan pesimistas, no sólo ver lo malo en nuestras vidas y comenzar
como dice el salmo, a contar las bendiciones de Dios. Es cuestión de tener un
poquito de sentido común nada más, y darnos cuenta que aunque sea una cosa buena
puede existir en nuestra vida, y reconocer que eso ha provenido de Dios. Estoy
más que segura que vamos a encontrar más de una cosa. Y si se nos hace muy difícil
encontrar algo, pues siempre podremos contar con el mejor regalo y “cosa buena”
que nos ha pasado, que Cristo haya dado su vida por nosotros. Es muy importante
dejar que Dios repare nuestra balanza que de seguro tiene un desperfecto y no
nos permite pesar y juzgar correctamente
lo bueno y lo malo que nos pasa. Y sobre todo saber qué hacer con las cosas
buenas y malas que son parte de nuestras vidas, pedirle a Dios que nos permita potenciar
todas aquellas cosas buenas y podamos creer; y que las cosas “malas” no las
consideremos como malas en sí, sino como cosas que realmente necesitamos experimentar,
siempre con el objetivo de recordar y aprender algo nuevo, usarlas también como
peldaños para seguir creciendo, oportunidades para perfeccionar nuestras vidas.
Sé que no es fácil y que toma tiempo el poder cambiar
nuestra mentalidad sobre nosotros y frente a la vida. En fin, son años de años escuchando
y creyendo las mismas mentiras que Satanás ha plantado en nuestras mentes. Así
que de la misma manera nos costará tiempo el poder resetear nuestro sistema
operativo con la verdad de Cristo, la que nos trae siempre libertad. Pero estoy segura que poco a poco, permitiendo
que el inmenso amor de Dios nos abrace, lo lograremos.
Amo la buena escritura, porque proporciona excelentes lecturas.
ResponderEliminarDios te siga bendiciendo,
:) amén, gracias amigo!
ResponderEliminarMí Dani!!! Feliz cumple!!! Amo tu Blog!!! lindo y muy cierto lo que escribiste!! Te quiero mujer!!! Tu prima Jen
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