Mis mañanas
Abro mis ojos en la mañana. Me despierto y la mente comienza
a trabajar de nuevo. Pensamientos aleatorios, rostros, personas, cosas por
hacer, lista de pendientes. Doy vueltas en la cama, luchando con mi pereza. Al
fin me levanto y lavo mi cara para dar el primer paso del proceso de
despertarme de verdad. Hago mis estiramientos y ejercicios diarios para mi
espalda, lo cual no falla. Ya me desperté. Abro las persianas de mi ventana y
doy un vistazo afuera. No hay mucho que
ver solo plantas y un cielo gris que hay el día de hoy. Comienza mi sentido de
la vista a funcionar espiritualmente y a recordar al Creador. Luego el sentido
del oído percibe el canto de las aves. Es allí donde me atrapas. Me arrodillo
ante ti y genero mi primer pensamiento acerca de ti, seguidos a muchos otros
más.
- No has dormido Dios, yo si lo hice y descansé.
- Eres mi Padre que no duerme que se complace solo con verme dormir.
- Ahora puedo abrir mis ojos de verdad y ver tu dulce rostro, el de mi Padre que no durmió solo por contemplarme.
- Desperté, estoy viva y has creado un nuevo día para mí.
- Has hecho una tierra hermosa para que viva hoy en ella y me alegre en ti.
- El sol haces brillar, no falla, todos los días está ahí, aunque hoy esté gris y no pueda verlo, ahí está, así como lo eres Tú para mí.
- Aunque mi corazón se deleita en tu creación, sé que hay algo más hermoso que esto, lo cual mi mente ni siquiera puede imaginar: El otro lado de la eternidad, donde Tú vives y estaré algún día contigo para siempre.
- Desde este lado de la eternidad, terrenal y hermosa, mi alma te alaba hoy, porque no solo estás en ese lugar llamado cielo el cual me espera, también estás conmigo ahora, tan cercano que puedo oler tu fragancia de paz y contentamiento.
Entonces suspiro, porque una vez
más Dios me habló. Fueron mis palabras, pero fue Su Espíritu que guió cada una
de ellas. Ahora sí, puedo levantarme y comenzar la aventura de día que tienes
preparado para mí.
Te amo Padre
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