¿Quién dijo que era fácil? PARTE IV
3. ¿Qué hacer cuando otro sueño más fuerte y diferente al que estoy cumpliendo ahora, me hace dudar sobre la importancia de alcanzar mi sueño actual?
Pienso que hay un punto en la vida, que yo le llamo punto de equilibrio, en donde la persona ya ha alcanzado varias metas, ha cumplido varios sueños, ha vivido algunas etapas y se encuentra en un lugar en la línea de tiempo, en donde puede mirar atrás y sentirse satisfecho de lo que hasta ese momento ha alcanzado. Calculo yo que debería ser alrededor de los 35 o 45 años, cuando ya se ha alcanzado madurez en varias áreas, y aún quedan fuerzas para alcanzar otros sueños más. Algunos sociólogos le llaman a esta etapa: plenitud de vida.
Aunque suene tonto, creo que desde que entramos en la juventud ansiamos vivir aquella etapa. En la infancia no lo creo. El niño lo que menos quiere es ser adulto, lo ve muy complicado. En cambio, el joven, tiene una facilidad para querer saltarse las etapas, es amante a la velocidad y a lo instantáneo. Quiere terminar el colegio ya, quiere ser profesional ya, quiere un auto ya, quiere una casa ya, quiere dinero ya, quiere casarse ya (aunque ahora en este punto, las cosas han cambiado, ya los jóvenes están prolongando su tiempo de soltería lo más que se pueda), quiere tener hijos ya, etc., etc. Y yo me pregunto ¿y cuándo ya se obtenga todo eso, qué? Si obtenemos todo rápido ¿qué haremos con el resto del tiempo de nuestras vidas?
Dios es tan sabio, al decir: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… todo (Dios) lo hizo hermoso en su tiempo. (Ec. 3:1, 11a). Cada etapa de la vida hay que vivirla al límite, quemarla bien quemada, como diría mi sabia madre. Cada etapa tiene su peculiaridad, aprendemos cosas diferentes en cada una de ellas. La vida es un aprendizaje continuo.
De nada nos sirve renegar de la etapa en que estamos viviendo. El que estudia no se cansa de repetir “ya me quiero graduar”; el que trabaja, no deja de preocuparse de sus bienes; el que es padre, cansado de suplir necesidades y sin disfrutar a sus hijos. ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello que se afana? (Ec. 3:9) Nos vivimos quejando y nos olvidamos de disfrutar cada etapa.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer el bien en su vida (Ec. 3:12) Dios desea que estemos contentos, vivamos la etapa que vivamos, con la única responsabilidad de estar haciendo bien las cosas. No lo niego, en muchas ocasiones me sorprendo, anhelando otros días, anhelando el punto de equilibrio, deseando vivir otros sueños. Quisiera tener tiempo para pintar, escribir, producir material audiovisual, servir en África como misionera, inclusive casarme y tener dos hijos (aunque muchos no lo crean,) pero vuelvo a mi realidad, y recuerdo lo importante que es la etapa que estoy viviendo para luego continuar con mis otros sueños.
Estoy consciente de que los días que vendrán serán mejores, seré más madura, pero eso no quiere decir que mis días actuales sean malos. Mi corazón está lleno de gratitud por mi presente, por lo que tengo y lo que aún no tengo, por lo fácil y difícil de la vida, por el descanso y por el cansancio también. Cuando estoy cansada, lo cual este ultimo año, ha sido una constante, es cuando más le agradezco a Dios por su misericordia y sus bondades. El estar cansado significa que has tenido un día productivo y que confías que Dios te dará el descanso necesario para continuar al siguiente día. El estar cansado es sinónimo de fragilidad, característica propicia para depender absolutamente de Dios.
Estos años en la universidad, a más de aprender sobre mi carrera, he aprendido más sobre la perseverancia, tolerancia, liderazgo, sociabilidad y trabajo en grupo. Cosas que aún sigo puliendo, que cuestan mucho ponerlas en práctica afuera de las cuatro paredes de la iglesia, en donde te encuentras con personas muy egoístas y muy poco responsables. Creo que en lo que más he reflexionado, es en el hecho de que el cristianismo te da muchísimas herramientas para ser líder en el mundo.
Un cristiano, no puede dejar de ser líder en la universidad o trabajo. Lamentablemente, el hombre común, sin Cristo, por lo general no afronta desafíos. Cuantas veces, me ha tocado liderar grupos de trabajo en la universidad, por la única razón de que nadie se atreve. Lo más cómico, es que este último semestre, yo he sido la única mujer en tres grupos en los que he estado, y he sido la líder. Hasta el día de hoy, sigo luchando para no perder la paciencia, ser sabia en cada decisión que deba tomar y no ser áspera en el trato.
Por otro lado, el trabajo. ¡Ay el trabajo! El trabajo te hace madurar a la fuerza. Antes pensaba que el dinero lo sacaban de un árbol atrás de la casa, que era fácil conseguirlo. Ahora entiendo cuán duro es ser independiente financieramente. Y comerás el pan con el sudor de tu frente… ¡si, Señor! Ahora lo entiendo.
En fin, sea cual sea la etapa en la que te encuentres, recuerda los beneficios, enfócate en lo que tienes y no en lo que no tienes, sé agradecido con Dios, has las cosas con excelencia, sonríe y disfruta el proceso. ¡Hoy es el mejor día! ¡Vive al límite! ¡Dios está contigo!
Pienso que hay un punto en la vida, que yo le llamo punto de equilibrio, en donde la persona ya ha alcanzado varias metas, ha cumplido varios sueños, ha vivido algunas etapas y se encuentra en un lugar en la línea de tiempo, en donde puede mirar atrás y sentirse satisfecho de lo que hasta ese momento ha alcanzado. Calculo yo que debería ser alrededor de los 35 o 45 años, cuando ya se ha alcanzado madurez en varias áreas, y aún quedan fuerzas para alcanzar otros sueños más. Algunos sociólogos le llaman a esta etapa: plenitud de vida.
Aunque suene tonto, creo que desde que entramos en la juventud ansiamos vivir aquella etapa. En la infancia no lo creo. El niño lo que menos quiere es ser adulto, lo ve muy complicado. En cambio, el joven, tiene una facilidad para querer saltarse las etapas, es amante a la velocidad y a lo instantáneo. Quiere terminar el colegio ya, quiere ser profesional ya, quiere un auto ya, quiere una casa ya, quiere dinero ya, quiere casarse ya (aunque ahora en este punto, las cosas han cambiado, ya los jóvenes están prolongando su tiempo de soltería lo más que se pueda), quiere tener hijos ya, etc., etc. Y yo me pregunto ¿y cuándo ya se obtenga todo eso, qué? Si obtenemos todo rápido ¿qué haremos con el resto del tiempo de nuestras vidas?
Dios es tan sabio, al decir: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… todo (Dios) lo hizo hermoso en su tiempo. (Ec. 3:1, 11a). Cada etapa de la vida hay que vivirla al límite, quemarla bien quemada, como diría mi sabia madre. Cada etapa tiene su peculiaridad, aprendemos cosas diferentes en cada una de ellas. La vida es un aprendizaje continuo.
De nada nos sirve renegar de la etapa en que estamos viviendo. El que estudia no se cansa de repetir “ya me quiero graduar”; el que trabaja, no deja de preocuparse de sus bienes; el que es padre, cansado de suplir necesidades y sin disfrutar a sus hijos. ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello que se afana? (Ec. 3:9) Nos vivimos quejando y nos olvidamos de disfrutar cada etapa.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer el bien en su vida (Ec. 3:12) Dios desea que estemos contentos, vivamos la etapa que vivamos, con la única responsabilidad de estar haciendo bien las cosas. No lo niego, en muchas ocasiones me sorprendo, anhelando otros días, anhelando el punto de equilibrio, deseando vivir otros sueños. Quisiera tener tiempo para pintar, escribir, producir material audiovisual, servir en África como misionera, inclusive casarme y tener dos hijos (aunque muchos no lo crean,) pero vuelvo a mi realidad, y recuerdo lo importante que es la etapa que estoy viviendo para luego continuar con mis otros sueños.
Estoy consciente de que los días que vendrán serán mejores, seré más madura, pero eso no quiere decir que mis días actuales sean malos. Mi corazón está lleno de gratitud por mi presente, por lo que tengo y lo que aún no tengo, por lo fácil y difícil de la vida, por el descanso y por el cansancio también. Cuando estoy cansada, lo cual este ultimo año, ha sido una constante, es cuando más le agradezco a Dios por su misericordia y sus bondades. El estar cansado significa que has tenido un día productivo y que confías que Dios te dará el descanso necesario para continuar al siguiente día. El estar cansado es sinónimo de fragilidad, característica propicia para depender absolutamente de Dios.
Estos años en la universidad, a más de aprender sobre mi carrera, he aprendido más sobre la perseverancia, tolerancia, liderazgo, sociabilidad y trabajo en grupo. Cosas que aún sigo puliendo, que cuestan mucho ponerlas en práctica afuera de las cuatro paredes de la iglesia, en donde te encuentras con personas muy egoístas y muy poco responsables. Creo que en lo que más he reflexionado, es en el hecho de que el cristianismo te da muchísimas herramientas para ser líder en el mundo.
Un cristiano, no puede dejar de ser líder en la universidad o trabajo. Lamentablemente, el hombre común, sin Cristo, por lo general no afronta desafíos. Cuantas veces, me ha tocado liderar grupos de trabajo en la universidad, por la única razón de que nadie se atreve. Lo más cómico, es que este último semestre, yo he sido la única mujer en tres grupos en los que he estado, y he sido la líder. Hasta el día de hoy, sigo luchando para no perder la paciencia, ser sabia en cada decisión que deba tomar y no ser áspera en el trato.
Por otro lado, el trabajo. ¡Ay el trabajo! El trabajo te hace madurar a la fuerza. Antes pensaba que el dinero lo sacaban de un árbol atrás de la casa, que era fácil conseguirlo. Ahora entiendo cuán duro es ser independiente financieramente. Y comerás el pan con el sudor de tu frente… ¡si, Señor! Ahora lo entiendo.
En fin, sea cual sea la etapa en la que te encuentres, recuerda los beneficios, enfócate en lo que tienes y no en lo que no tienes, sé agradecido con Dios, has las cosas con excelencia, sonríe y disfruta el proceso. ¡Hoy es el mejor día! ¡Vive al límite! ¡Dios está contigo!
Interés. Eso es lo que ha provocado este blog en mí. Después de leer esta impresión y expresión seré más agradecido con Dios por lo que tengo, eso le restará atención a mi mente sobre lo que me falta. Hoy haré las cosas con excelencia, hoy sonrío y seguiré disfrutando el proceso de cumplir mis sueños. ¡Viviré al límite! Gracias Dani por tu artículo, que bien que explotas tu talento de motivadora y qué bien que pones a trabajar tu talento junto con tu licenciatura... estoy muy motivado =)
ResponderEliminargracias por tu comentario anónimo... recuerda que la motivación no depende de lo externo... depende de Dios! Dios es nuestra motivación! Continúa motivado viviendo tus sueños! Dios te bendiga! ;P
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
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